Sunday, May 07, 2006


El reloj de la pared marca las tres; por el altavoz se escucha una voz ronca que anuncia el atraso del vuelo treinta y cinco.Se me acaba el tiempo, el tic tac del reloj de la pared se condunde con los pasos del ir y venir de mis zapatos.
Tic - tac, clip - clap... No deja de correr el tiempo, y ni el reloj ni mis pies perdonan un solo segundo.Mis pies estan cansados, tomo asiento en el mismo lugar donde estuvo hace unos momentos una ancianita con un cerro de bolsos donde cargaba su vida.
Mi mente se echa a volar, vuelven a mi los momentos de aquellos días que no existía nada de lo que hay ahora, donde solo eramos tú y yo y el mundo que nos rodeaba.
El sonido del altavoz interrumpió mis pensamientos, esta vez, la voz de una mujer avisaba que el vuelo de retraso llegaría en unos minutos. Todos comenzaron a levantarse y coger sus bultos; yo, con solo lo puesto a cuestas, me levanto casi por inercia.
Siento una voz tras de mi entonces, la tuya, esa voz que me ha acompañado durante tanto tiempo.
"Retraso, retraso, ¿me sigues o te quedas?" La misma pregunta que me habías hecho hace unos días, la misma pregunta que me había cuestionado mil veces.
El reloj seguía marcando la hora, las tres y treinta y no dejaba de ticquear. Partiste rumbo a la salida más próxima y yo quise seguir tus pasos antes de que una mano se posara sobre mi hombro.
Ella, la misma... ¡Lo tenía todo tan claro antes! Pero apareció ella y todo se volvió dificil. Te llamé y volteaste dos segundos que parecieron eternos. La viste, y volviste a voltear y con el mismo ritmo del tic tac del reloj diste una paso tras otro alejandote más y más."No te vayas, quédate conmigo" Insistía ella y yo no sabía que hacer.
Te veía alejarte más y más; y al tic tac del reloj, al clip clap de tus pasos, se unió un nuevo ruido monótomo que se aceleraba. No eran los pasos de otro, no era el sonido del alta voz; era mi corazón que latía cada vez más veloz al ver que te alejabas y ella insistía en detenerme.
La mujer del alta voz hizo su última llamada, tú ya te habías perdido de mi vista, mientras que en el rostro de ella comenzaba a surgir una sonrisa de satisfacción al no verte en el horizonte.
De pronto entonces deje de oír, se fue el tic tac del reloj de la pared, el clip clap de la gente que corría para alcanzar el vuelo treinta y cinco que estaba retrasado, ella seguía diciendo algo, yo ya no oía.Y entonces ella se fue, y la gente a mi al rededor desapareció, la chica del alta voz no volvió a hacer llamada alguna y el reloj de la pared sin detenerse se silenció.
Cerré los ojos buscando algo del recuerdo de ese momento anterior, buscando en mi interior tu imagen, la de ella, la de la joven del altavoz, de la anciana con los bultos donde llevaba su vida, pero solo pude encontrar en ese silencio y vacío general, la continuación del tic tac del reloj de la pared que no dejó de perdonar ni a un solo minuto, ni dejo perdonarme a mi haberte dejado partir por no poder decidir a tiempo...






**Te Fuiste En El Avión De La Vida Entre Tu Seguridad y Mi Indecisión...**

Monday, May 01, 2006

Ana v/s Ximena

- ¿Conversaron toda la noche? – Interrumpió espantada Ximena – por eso digo que tienes que conocer a mi novio, te llevarías de maravilla con él… - Anita solo pudo sonreír, su mente volvió a la noche anterior; estaba tan contenta de haber conocido a Alejandro y lo único que quería era volver a verlo.
- ¿Supongo que le pediste el teléfono? – preguntó Ximena devolviéndola da nuevo a la tierra. Definitivamente no lo había pensado, en toda la noche, se había volado tanto en la conversación que había olvidado pedirle el teléfono.
- Simplemente no puedo creerlo, - continuó su amiga – te sabía volada, pero esto ya es mucho…
- Se me olvidó… - se disculpó Ana – pero puedo pedírselo a Jorge…
- No, siquiera pienses en hacerlo. Nunca le pidas el teléfono de un hombre a su amigo… estarías demostrando demasiado interés… - Ximena tenía razón, ya no se podía hacer nada más que resignarse.
El tiempo pasó, y Alejandro pasó a ser un bello sueño en la mente de Anita. Para el día de su cumpleaños decidió hacer una fiesta, y como siempre la primera en llegar fue su amiga Ximena, sin embargo, no venía sola, su novio estaba con ella y para la gran sorpresa de Ana, no era cualquier persona.
Anita no podía creerlo, el hombre frente a ella, no era solo el novio de su mejor amiga, si no también el hombre que había encontrado perfecto para ella. En un minuto pasaron por su cabeza todos los momentos que había vivido junto a Ximena; no en vano la conocía desde que tenía a penas cinco años.
- Anita… - preguntó Ximena – amiga, ¿te pasa algo?
- ¿A mi? - respondió ella titubeando – no, no me pasa nada, que bueno que llegaste…
- Te dije que iba a llegar más temprano… mira, te presento a mi novio, él es Daniel, Daniel ella es mi mejor amiga, Anita… - ninguno de los dos, ni Ana ni Daniel atinaban a moverse, en ese momento, sin saberlo, cada uno tenía en mente una sola cosa… tenían más cosas en común de las que hubiesen esperado.
“¿Qué es esto? Dios, porqué tengo tan mala suerte, encontré a la única persona con la que he podido conversar, una persona que congenia cien por ciento conmigo… y tenía que ser el pololo de mi mejor amiga… Dios, tengo que moverme, no me puedo quedar quieta, tengo que evitar que esto sea tan obvio… Ximena puede ser muy perceptiva si quiere… tengo que moverme, por favor, Ana, muévete…”
En una fracción de segundo saludo en la mejilla a Daniel inventó una excusa y desapareció de ese lugar. No volvió a acercarse a su amiga, ni a Daniel, se sentía la peor persona del mundo.
A la mañana siguiente cuando todos ya se habían ido, los únicos que quedaban en la casa eran Ximena y Daniel. Ya no podía evadirlos más, al menos no ha su amiga. Ximena se acercó a ella cuando Daniel salió al patio a tirar la basura.
- ¿Dónde estuviste toda la noche?
- De aquí para allá, de allá para acá…
- Pero no te vi en toda la noche, te desapareciste…
- No fue mi intención, lo que pasa es que… - guardo silencio, que le iba a decir, no tenía ningún motivo lógico, nunca le había mentido a su amiga, nunca. Gracias a Dios Ximena no tardó en romper el incomodo silencio que se produjo por unos instantes entre ellas.
- Tengo algo increíble que contarte, pero no me salgas con tus clases de moral…
- ¿De qué hablas? – Preguntó Ana extrañada.
- Rendí mi prueba con Daniel…
- ¿Qué prueba? – volvió a preguntar inocentemente Anita.
- ¡Ay amiga! La prueba de amor… - explicó Ximena sonrojada.
- ¿Te acostaste con Daniel? – exclamó sorprendida ella.
- Si… al principio no estaba segura, pero fue tan tierno…
- ¿Él te lo pidió?
- Bueno… - Dijo dudosa Ximena – técnicamente no… pero tampoco se negó… - Anita no dijo nada más, no podía decir nada… solo guardo silencio y hizo como que terminaba de escuchar lo que su amiga tenía que decirle. Trató de evitar lo más posible ver a Daniel, no podía soportarlo, pero Ximena la obligaba a que fueran amigos.
Sin embargo, las asperezas que Anita había puesto entre ella y Daniel desaparecieron con el tiempo, todas se fueron borrando una a una. Eran cómplices cuando se trataba de trabajar en contra de Ximena, o convencerla de algo que no quería hacer.
El problema fue que el tiempo no borró en los corazones de los nuevos amigos, ese sentimiento que había crecido poco a poco desde el día en que se habían conocido.
Daniel le había pedido a Ana ayuda para comprarle un regalo de aniversario a Ximena, cumplían tres años de noviazgo, una vez comprado el obsequio, Daniel invitó a Anita a tomar un helado. Charlaron largo rato y cuando Ana pensaba marcharse a su casa Daniel la retuvo.
- No te vayas aún Anita…
- ¿Qué pasa Dani?
- Necesito decirte algo… no puedes irte aún.
- Dime que pasa…
- Quiero terminar con la Xime… - dijo al fin Daniel.
- ¡¿Qué?! – preguntó sorprendida ella – pero ¿Por qué?
- ¿Por qué? Porque… seamos sinceros, ambos sabemos que la Xime no es una mujer para mi, es una persona excelente, pero no es mi tipo…
- Pero van a cumplir tres años de pololeo… Daniel por favor, ¿no crees que deberías haberte dado cuenta antes de algo como esto?
- Yo lo sé… y se me había dado cuenta, cuando conocí a la persona que si era para mi…
- ¿y entonces?
- La perdí por ‘pavo’ y cuando la encontré de nuevo ya las cosas estaban demasiado complicadas…
- ¿O sea quieres dejar a la Xime por otra ‘mina’?
- Si… pero te aseguro que no es cualquier persona…
- ¿La conozco? – Daniel no pudo pronunciar otra palabra, solo pudo asistir con la cabeza. Ana se sentía extraña, Daniel la miraba ahora de una forma muy distinta a otras ocasiones, esperaba más bien una respuesta, pero Anita no sabía bien que quería que dijera.
- Dime quien es Dani…
- Eres tú Anita… - Ana quedó pasmada, la escena de la primera vez que vio a Daniel. Sin darse cuenta su amigo estaba ya a uno centímetros de ella, Ana no pudo controlarlo, y sin quererlo, sin desearlo se besaron. La proximidad de Daniel en ese momento la confundía, no podía dejar de pensar en su amiga cada vez que Daniel le decía que ella era la mujer que había esperado por mucho tiempo, y que lo único que quería era estar con ella. Anita se separó violentamente y le dio la espalda a Daniel.
- No quiero que vuelvas a hacer eso… entendiste… - Dijo molesta.
- Ana, por favor, no me digas que no sientes nada por mi…
- No puedo hacer una cosa como esta, por favor, estamos hablando de mi mejor amiga…
- Si lo es tiene que entender que nosotros queremos estar juntos… - Daniel la tomó por la cintura y volvió a intentar besarla, sin embargo, esta vez, Anita se separó más bruscamente y le dijo:
- No hables en plural… no todavía. Si las cosas son realmente así, tienes que terminar primero con Ximena, ambos tenemos que hablar con ella…
- Pero tampoco quiero que tengas problemas con ella…
- Tenemos que hacer, lo que tenemos que hacer…
Luego de este día, Daniel convenció a Ana de que no hablara aún con Ximena, que le diera tiempo para prepararla sicológicamente. Sin embargo, cuando Daniel terminó con ella, a la primera persona que Ximena recurrió fue, obviamente a Anita. Se sentía miserable, Ximena le contó que habían terminado porque Daniel estaba confundido, y que le había pedido un tiempo para pensar. Por otro lado, Daniel le insistía a Ana que concretaran de una vez lo que tenían entre ellos. Nunca supo ni como pasó, pero Ana decidió poner una fecha de límite, si para esa fecha Daniel no hablaba con Ximena ella le diría todo, era lo menos que le debía. Dio el ultimátum a Daniel y él prometió que haría todo lo posible.
El plazo llegó, y cuando Anita decidió llamar a su amiga, recibió antes su llamada.0
- No sé que hiciste amiga, de verdad no lo sé, pero hiciste un excelente trabajo – dijo Ximena a penas Ana contesto.
- ¿De qué estás hablando?
- Afírmate… ¡Volví con Daniel!
- ¡¿Qué?! – preguntó confundida.
- Si… se que cuesta creerlo, pero el Dani me dijo que el tiempo que había estado lejos de mi se había dado cuenta que lo único que quería era estar conmigo… es una persona hermosa…
- Te felicito amiga… - se obligó a decir Ana. No escuchó nada más; cuando cortó el teléfono recibió otro llamado, ahora era Daniel, no quiso hablar con él, solo se limito a felicitarlo por su elección y le dijo que la cosas se mantendrían como siempre habían sido, una simple relación entre una mujer y el pololo de su mejor amiga.
Desde ese día Ana se prometió a sí misma no volver a estar sola con Daniel, en ningún lugar, ni en ninguna circunstancia. Le pidió a Ximena que no le volviera a pedir que saliera con ambos a no ser que fuera completamente necesario y que lo mejor era mantener las distancias entre su novio y ella. Ximena dudaba el motivo de su amiga para este cambio pero prefirió no preguntar nada.
Dos meses después Ximena descubrió a Daniel con otra persona y terminó con él. Ella no volvió a verlo, pero por mucho tiempo Daniel intentó contactar a Anita. Fue por eso que decidió contarle a su amiga lo que nunca hubiese pensado contarle.
Ximena no reaccionó mal, sin embargo le dijo que ya sospechaba que a ella le pasaba algo con Daniel.
Le agradeció por mucho tiempo su lealtad y esto las unió más como amigas y luego de un tiempo, Daniel se cansó de insistirle a Anita que estuvieran juntos.
De Daniel no volvieron a saber, pero se prometieron desde ese día no volver a guardarse ningún secreto y que nunca, un hombre tuviese la posibilidad de poner en riesgo su amistad que duró por muchos más años de lo que cualquiera hubiese esperado…